Flan de huevo con caramelo

Es de esas cosas que no hace falta que te toque, que te mire, que lo oigas, que lo saborees, para poder notar ese escalofrío por la espalda. Algunas veces intenta pasar desapercibido, y en muchas ocasiones es solitario, incomprendido, y no deseado. Es un veneno para el corazón, te pone a cien, te trata mal, te da placer, te hace alucinar cuando mira, cuando abraza, cuando toca. Puede ser un traidor, puede ser exquisito y formal, puede ser una obsesión, una enfermedad...

De sabor dulzón como el melocotón, con toques de amargura para el final. Desafinado para los solteros, y melódico y calmado para los enamorados. Su olvido es un descuido de nuestra pasión.

Es el rey de los infiernos, el diablo del cielo, egoísta y desentendido, no hace caso ni de pautas, ni de amigos. Como todo vencido conoció el exilio, la calumnia, el odio y la humillación. Demonio y veneno del corazón, que se inyecta en tu sangre y se acomoda en algún rincón. Un día llamó a la puerta de mi habitación.

"Déjame vivir contigo demonio amigo-supliqué-no me hagas volver a la vida, perdida tengo ya mi antigua fe..."

Hizo un gesto con su mano y en el espacio me encontré, volando con alas de espuma mirando la tierra a mis pies.

El infierno conocí, no es como lo pintan los entendidos, todo lo tienes ante ti, el amor es de todos, y tú sólo puedes elegir.

Sí, esto que les cuento es una historia cierta, ustedes si quieren me creen o no, pero no le cierren la puerta al diablo, si llama una noche a su habitación.

Y desde que el demonio vive conmigo, no hace falta que me susurres o me toques, que me beses o abraces, que me cojas la mano o me acaricies, no hace falta que me digas que me quieres para notar cómo el susurro se crea en mi oído, cómo la caricia recorre mi espalda, cómo el escalofrñio coge fuerza cuando me coges de la mano, cómo se expande por mi cuerpo cuando me abrazas, cómo se precipita cuando me tocas y se consuma cuando me besas...

¡ ¡ ERES MI FLAN ASIIIÍ DE GRANDE ! !